Jesse Owens era un joven y desconocido atleta negro que trabajaba en una gasolinera. Cursaba el segundo año en el instituto y soñaba con convertirse en una figura mundial del atletismo.
Jesse Owens logró cuatro medallas de oro |
El 25 de mayo de 1935 batió cuatro récords mundiales durante la Big Ten Conference en Ann Arbor, Michigan. Lo hizo en las pruebas de 100 metros lisos (9,4 segundos), salto de longitud (8,13 metros), 220 yardas (20,3 segundos) y 220 yardas vallas (22,6 segundos). Esta proeza la realizó en un lapso de 45 minutos y, a partir de ese día, se le empezó a conocer como "el antílope de ébano".
Esta gesta increíble fue el paso previo para lanzarse a la conquista de los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Estos Juegos, condicionados por el pensamiento de Hitler de la superioridad de la raza aria, fueron el escenario donde Owens desacreditó esa creencia nazi.
El atleta estadounidense consiguió ganar cuatro medallas de oro en dichos Juegos Olímpicos: 100 m, 200m, 4x100m y salto de longitud. Según las historias, Hitler abandonó el estadio antes de entregarle la cuarta medalla a Owens ya que no quería estrechar la mano del atleta.
En su autobiografía, Owens cuenta que recibió una felicitación oficial por escrito del gobierno alemán, así como también un saludo de parte del Führer: "Cuando pasé, el Canciller se levantó, me saludó con la mano y yo le devolví la señal. Pienso que los reporteros tuvieron mal gusto al criticar al hombre del momento en Alemania". Más bien, criticó que el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt no lo invitó a la Casa Blanca: "Cuando volví a mi país natal, después de todas las historias sobre Hitler, no pude viajar en la parte delantera del autobús. Volví a la puerta de atrás. No podía vivir donde quería. No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente".
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